viernes, 30 de septiembre de 2011

Argumento:

1881. Los cuatro hermanos Mackenzie son ricos, poderosos, peligrosos, excéntricos y... escoceses. Los escándalos y rumores que les envuelven, las habladurías sobre sus amantes y sus oscuros apetitos, tienen alborotado a todo el país. Cualquier dama sabe que si es vista con uno de ellos perderá la reputación de inmediato.

El menor, lord Ian, es conocido como el Loco Mackenzie porque ha pasado gran parte de su vida recluido por su tiránico padre en un sanatorio mental. Sin embargo, eso no impide que sea un hombre fuerte y atractivo con una gran inclinación por las tazas de porcelana de la dinastía Ming y las mujeres hermosas.

Beth Ackerley es una joven viuda que acaba de heredar una gran fortuna tras una infancia desafortunada y un breve, pero feliz, matrimonio. Ahora, Beth ha decidido que no quiere más sobresaltos; sólo desea vivir en paz, viajar, ayudar a los desfavorecidos y recordar con cariño a su fallecido esposo.

Pero entonces, lord Ian Mackenzie irrumpe como un vendabal en su vida y decide que tiene que ser suya...

Autora: Jennifer Ashley
Título Original: The Madness of Lord Ian Mackenzie
Año de Publicación: 2009
Encuadernación: Tapa Blanda
Páginas: 314
Precio: 16.95 €


~ Crítica ~

Sé que estará trillado y que lo habréis leído en las (ya muchas) críticas que hay desperdigadas por la red, pero este es un libro diferente. Maravillosamente diferente, diría yo.

Comienza poniéndonos en situación rápidamente. Por un lado tenemos a Beth, una viuda que acaba de heredar una sustanciosa fortuna y que, además, también acaba de prometerse. Y por otro lado tenemos a Ian, un extraño hombre, incapaz de fijar la mirada en un punto que intenta que Beth no se case con el hombre al que ha elegido. Con este extraño planteamiento, directo y sin una sóla letra de más la autora nos desgrana la historia de Ian y Beth.

Debo confesar que al principio me dejó fría. Me gustaban el planteamiento (engañosamente sencillo) y, sobre todo, los personajes. Y, sin embargo, no llegaba a calarme, no me llegaba a hacer sentir. Pero según fui llegando a la mitad del libro, fue cuando lo comprendí: Ian era el libro. En el sentido más absoluto posible.

Su fuerza y su valor está, sin lugar a dudas en los personajes y, especialmente, en el de Ian. El hecho de que el libro pueda parecer frío, con unas frases cortas y muy directas, sin florituras de ningún tipo obedece a la intención de la autora de que el lector pueda meterse en la mente de Ian como jamás podría haber hecho una escritura distinta y más tirando a lo sentimental. La autora consigue, en un estilo que me ha dejado absolutamente muda, que nos metamos en la piel de Ian, que comprendamos su psicología y su manera de pensar con un libro narrado casi exclusivamente desde el punto de vista femenino y sin caer (como decía antes) en el sentimentalismo fácil. ¿Tenéis idea de lo dificilísimo que es conseguir eso?

Es por ello, que a pesar de que no sea un libro sentimental o más "típico" por decirlo así, es un libro de sensaciones, para leer de una manera tranquila y, sobre todo: imaginar. Imaginar e intuir lo que no se dice, que en la mayoría de los casos es mucho más importante que lo que está escrito en las páginas.

Mencionaba antes la calidad de los personajes, lo bien dibujados que están y lo bien que el lector puede meterse en su piel casi sin esfuerzo. Obviamente, el personaje que tiene fuerza aquí es Ian. Es diferente desde el inicio: excéntrico, llega a repeler al principio, rudo al ser tan directo. Pero, a pesar de que el "importante" (por decirlo así) es él, su pareja, Beth, no se queda atrás. Es la única (y me permito coger las palabras de una muy buena amiga) que le escucha, le escucha de verdad. Le VE. Y ver cómo se va relatando eso a lo largo de la novela y cómo cada uno aprende del otro es una auténtica gozada.

Mención aparte merecen los secundarios: los hermanos de Ian (que tendrán cada uno su propia historia), Isabella, Curry (genial en todos los aspectos)... Todos ellos forman una historia sólida y con pocas fallas cuyo principal atractivo es que hace sentir al lector. Y eso es uno de los más grandes halagos que puedo hacerle.

En definitiva, que como podéis observar el libro me ha gustado mucho. Ian me ha ido ganando poco a poco y a pulso hasta que al final (y menudo final tan bonito, todo hay que decirlo) me ha conquistado por completo. Una auténtica delicia para saborear poquito a poco y que rara vez tendrá término medio: o te gusta mucho o no te llenará absolutamente nada.

Valoración: 8,5 / 10

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